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lunes, 15 de julio de 2013

Los cerezos en flor. El Opus Dei en Japón




Los cerezos en flor. Relatos sobre la expansión del Opus Dei en Japón.

José Miguel Cejas. Ed Rialp 2013

 

El encuentro con Dios es siempre personalísimo. Quizá por eso José Miguel Cejas ha escogido como formato de este magnífico libro la narración de una larga serie de historias personales, contadas en primera persona por sus protagonistas.  Tienen en común el impacto del cristianismo en las vidas de hombres y mujeres de una singular nación: el Japón. Un impacto transformador de la existencia, que tantas veces culmina con el encuentro con Jesucristo, y tantas otras con una mayor cercanía y simpatía hacia su Persona.

 

La historia particular de cada personaje y de sus antepasados nos permite conocer muchos detalles de la historia y la cultura japonesa. El origen del pensamiento sintoísta, la influencia budista… Asistimos a la primera evangelización en el siglo XVI, interrumpida cruelmente por largos siglos de persecución y martirio.  La sorprendente historia de los católicos ocultos, los Kirishitani, que en 1865 se presentaron inesperadamente en la pequeña iglesia del sacerdote francés Petitjean, de las Missions Etrangères de Paris: “Nuestro corazón es el mismo que el tuyo” le dijeron, cuando le vieron arrodillarse ante el Santísimo. Habían permanecido heroicamente fieles a su fe durante más de tres siglos de clandestinidad.


Asistimos también a la historia del comienzo y desarrollo de la labor apostólica del Opus Dei. Un periodista, una traductora, una profesora de idiomas, la ejecutiva de una productora de televisión especializada en programas educativos… Son las primeras personas del Opus Dei que llegan a roturar el terreno. Llegan a Japón con un impulso común: disponibilidad para llevar a Jesucristo a quienes no le conocen, a quienes ni siquiera han oído hablar de Él.

 

Y se encuentran con un pueblo que sabe apreciar la belleza de las cosas corrientes: el agua que brota de un apacible manantial, la luna llena, el puchero en el centro del hogar familiar, las hojas de arce arrastradas en otoño por el viento… Un pueblo que intuye que en la belleza de esas cosas corrientes se esconden brillos de algo sobrenatural, de un Dios al que en su mayoría aún no conocen. Y pueden sentirse identificados con el mensaje del Opus Dei, que enseña la importancia de las cosas pequeñas de la vida corriente, del trabajo bien hecho, con sentido profesional y afán de servicio a los demás, por amor a Dios.

 

El trato personal y la amistad de aquellos primeros con sus colegas de trabajo les permite ir disipando prejuicios hacia el catolicismo entre los japoneses, quienes en su inmensa mayoría todavía no conocen o miran con recelo la religión católica.


Asistimos con emoción contenida a la acción de Dios en las almas, en cada alma. Una historia siempre diferente. El Espíritu atrae a cada uno valiéndose de medios insospechados. Puede ser la cariñosa expresión de un amigo, impaciente por nuestra indecisión: “¡pero qué tonto!”. Y sorprendentemente el alma se arranca.  


O puede valerse de la conmoción ante una imagen de Cristo crucificado, incomprensible para un japonés. O de la admiración ante la alegre laboriosidad de un compañero de trabajo.

 

Dios se sirve también a veces de escenas corrientes de la vida cotidiana,  que de pronto inexplicablemente iluminan el alma.  Es el caso conmovedor del artista y escultor Esuro Esooto. A él se debe el llamado “fenómeno japonés” de Barcelona: miles de japoneses  acuden para visitar el templo de la Sagrada Familia, atraídos por el trabajo que allí realiza su famoso compatriota, y reciben quizá por primera vez una explicacióndel cristianismo a través de las majestuosas esculturas del templo.

 

Pero roturar el terreno es también ir cambiando conductas arraigadas en la tradición japonesa, que no cuadran con las prioridades propias del cristianismo: primero Dios, después la familia, y en tercer lugar el trabajo. En Japón se vive para trabajar. Hay que vencer muchas resistencias para dar a Dios y a la familia el lugar que merecen. Y vemos, como en el caso de la primera vocación al Opus Dei, Soichiro Nita, que Dios premia el esfuerzo, y el ejemplo va cundiendo poco a poco.

 

Deslumbra la belleza interior de tantas personas corrientes, manifestada con una sencillez encantadora. Interpelan al lector.  Y le llenan de esperanza ante su particular historia de relación con Dios.


Porque a todos, si no nos ha pasado ya, nos puede pasar lo que cuenta Soichiro Nita, hoy Vicario de la Prelatura en Japón. Un día entiende su canción favorita con un sentido nuevo:

How thethought of you does things to me  / Never before has someone beenmore?” (Nat King Cole)

         "¿Cómo es que el hecho de pensar en Tí, nunca antes había significado tanto?"


           Este libro se disfruta y deja poso desde la primera página. 


Grupo de mujeres japonesas en la plaza de San Pedro de Roma, el 6 de octubre de 2002, día de la canonización del fundador del Opus Dei


 

domingo, 30 de diciembre de 2012

Requiem por Nagasaki.




Requiem por Nagasaki. 
Paul Glynn . Ed. Palabra


Este maravilloso libro relata la apasionante vida de Takashi Nagai, médico y  profesor de radiología de la universidad de Nagasaki

Nagai recibió el título de Héroe Nacional de Japón, por su valor, su abnegada entrega a los demás y el espíritu de superación que supo transmitir a los supervivientes de la bomba atómica, arrojada sobre Nagasaki por los estadounidenses. 

La bomba arrasó la ciudad y mató en un instante a 72.000 personas, entre ellas la mujer de Nagai.  La radioactividad dejó secuelas en el resto de la población, llevando a la muerte en los años siguientes a otros miles de personas. El doctor Nagai, también enfermo incurable a causa de la radiación, escribió numerosos libros que llegaron a estar entre los más vendidos del Japón, contribuyendo a devolver la esperanza a una nación hundida. Falleció seis años después.

Su vida –que ha sido llevada al cine- es la apasionante trayectoria interior de un hombre recto que busca la verdad. Primero sintoísta y luego racionalista ateo, gracias a la lectura de Pascal, y sobre todo al encuentro con una familia católica que le acoge como huésped en su época de estudiante, descubre el catolicismo.

Le conmueve la historia de los mártires de Nagasaki –narrada con detalle en el libro-  y el sufrimiento y fidelidad de los católicos ocultos de Japón, que mantuvieron su fe a lo largo de los siglos, a pesar de las prohibiciones y sangrientas represiones, que han durado hasta el mismo siglo XX. Una historia poco conocida en Occidente.

El autor del libro, marista australiano, que vivió muchos años en Japón y conoció y trató a la familia de Nagai,  sabe transmitirnos la finura interior y la sensibilidad de que es capaz el espíritu japonés, singularmente preparado para descubrir el valor de lo pequeño y el sentido del trabajo.  Así lo muestra al hilo de la historia, fijando su atención en muchas de sus tradiciones, o  en el mismo idioma nipón y su grafía. De vez en cuando se detiene para hacernos ver el trasfondo escondido en algunos ideogramas. Por ejemplo:

-Arigató (gracias), está formada por dos ideogramas que significan literalmente “esto vino a existir con dificultad”: detrás de todo lo que recibimos, usamos o poseemos, hay dificultades que otros han tenido que superar con gran esfuerzo para poder ofrecérnoslo. Y por eso les debemos agradecimiento.

-Shigoto (trabajo) está formado también por dos ideogramas,  que significan “algo que es servicio”: todos somos beneficiarios de otros incontables trabajadores, y nosotros debemos hacer bien nuestro trabajo en servicio de la comunidad, no por beneficio material sino por gratitud.

-Nenbutsu es la palabra que designa la oración más sencilla del budismo japonés, algo que recuerda a las jaculatorias cristianas o al santo rosario. Consiste en la repetición continua de la oración “Namu Amida Butsu”: “Dependo completamente de Ti, Amida Buda”. El ideograma de Nenbutsu contiene los ideogramas de corazón y ahora: escapar de las preocupaciones y encontrar el eterno y pacífico “ahora”, “el Absoluto”, en el propio corazón. Un cristiano sabe que eso significa descansar en Aquel que se llama a Sí mismo “Soy el que soy”, que habita en el alma, más íntimo a nosotros que nosotros mismos.

-Gusano de luz en verano, nieve en invierno, permiten al pobre leer libros aunque no tenga luz, y así instruirse y lograr el éxito. La pobreza material nunca tiene que detenernos.

-Al hijo que amas mándalo de viaje: el precio del apegamiento familiar es la inmadurez.

Es especialmente significativo el trasfondo cristiano que Nagai descubre en la palabra japonesa hansai: víctima ofrecida en holocausto. La tragedia vuelve a los hombres más reflexivos y rezadores, y Nagai reflexiona con intuición cristiana sobre el terrible sacrificio sufrido por la inocente población de Nagasaki

Causó gran escándalo cuando -en el primer acto religioso después de la tragedia- el doctor Nagai tomó la palabra y se refirió a la población de Nagasaki como hansai privilegiada víctima escogida por Dios (como Jesucristo) para ser sacrificada por los pecados de los hombres.

Pero pronto los escandalizados reconocieron la profunda sabiduría que encerraban esas palabras, que abrían camino para aceptar los misteriosos designios de Dios, que guía la historia.

El doctor Nagai con sus dos hijos

Como dice en el prólogo Stan Arneil, ex-prisionero de guerra de los japoneses, el capítulo en el que se narra el impacto de la bomba atómica es quizá el mejor que se haya escrito. Es un suceso duro, que tendemos a no mirar. Pero en este libro podemos mirarlo sin miedo. Porque tras la tragedia no surge amargura y deseo de venganza, sino palabras de serena aceptación, de reconciliación y de paz. Una actitud que reconcilia con la raza humana.

Artículo relacionado: Los cerezos en flor.