Mostrando entradas con la etiqueta banesto. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta banesto. Mostrar todas las entradas

miércoles, 7 de abril de 2010

BANESTO 2




Se confirma: el observador lo  ha presenciado. En BANESTO hay empleados trileros. Ha tomado nota de la conversación:

-“Sí, ya tengo el contrato”, dice el bancario que se negaba a entregarlo.

-"Quiero verlo", responde la pobre mujer cliente, a la que el banco le viene robando tasas indebidas de 34 euros. 

-“Bueno, no lo tengo pero he visto lo suyo”. 

-"¿Pero no ha dicho que lo tenía?" 

-“Lo he visto y tiene razón, no se contempla lo que dice” 

-(¿?) 

-“O sea, que no tenían que haberle cobrado esa tasa."

-"No es una, son ya tres", dice la pobre mujer. 

-“No. Bueno, son dos, a ver….” Y hace como que busca en el ordenador, cuando uno intuye que conoce perfectamente que son tres...

-“Pero claro, la de enero puedo pedir que se la abonen, aunque no le aseguro nada. Pero la de junio…” 

-"Me acaba de decir que las han cobrado indebidamente, ¿y dice que no me asegura que la devuelvan? ¿Son capaces de eso?" 

-“De eso y de mucho más...” se le escapa por lo bajo al empleado trilero. 

Y el observador se confirma en sus sospechas acerca de la honradez de las prácticas de BANESTO. 

-“Pero que conste que recibirá una carta del banco –dice el trilero en tono de reconvención-  porque claro, usted factura muy poco, y eso, pues claro… Desde luego factura más del mínimo que señala el contrato (¿pero existe o no ese contrato?), pero no mucho más, y claro…” 

Y el empleado mira al observador, y no se atreve a usar las expresiones que usó cuando tenía ante sí a la pobre mujer, sin testigos, y le espetó aquello de que “usted no le interesa a nuestro banco,  por eso le estamos cobrando tasas inexistentes y contra todo derecho, y si no le gusta se busca otro banco”. 

No, esta vez no se ha atrevido, porque hay testigos junto a la pobre mujer. Pero la pobre mujer no se irá hasta que le devuelvan su dinero, y hace bien. A estos hay que desenmascararlos, y llegar hasta el Presidente de Banesto si hace falta. ¿O está el Presidente en el ajo también?

Con esas prácticas se hunde a una sociedad que desea ser honrada. Porque sólo personas honradas pueden construir un sociedad justa.

sábado, 6 de marzo de 2010

BANESTO

    


    Cada día suceden en el mundo cosas graves e importantes, pero con frecuencia nos afectan más pequeñas cosas caseras que grandes acontecimientos mundiales. 

    Hoy he sabido de una de esas cosas caseras que llenan de pena y rabia. Un bancario de un lamentable banco -llamado BANESTO- acude a una pobre mujer y la engatusa asegurándole que en BANESTO no cobran tasas ni mantenimiento, y que contrate con ellos el lector de tarjetas para su tienda. 

    La pobre mujer se cree lo de que no cobran tasas: se lo ha asegurado en persona el propio bancario, que parece respetable con su corbata, y que se ha tomado la molestia de acercarse hasta su tienda. La pobre mujer cree en la palabra de las personas: ¿por qué iba a dudar? Y firma el contrato en el que efectivamente no se mencionan para nada las tasas. 

    Pero con asombro al cabo de pocos meses descubre que BANESTO le ha cobrado dos tasas de 30 €. Acude al bancario a pedir explicaciones y que se subsane el error. El bancario remolonea primero, y acaba espetándole que seguramente no le devolverán nada: en realidad -le acomete airado a la pobre mujer- con usted estamos perdiendo dinero. 

    Atónita, la pobre mujer pregunta en concepto de qué son esos 60 € que han desaparecido de su cuenta, si él mismo le había asegurado que no hay tasas de mantenimiento, ni se mencionan en el contrato. Pero la respuesta del bancario de BANESTO la deja aún más desolada: si no está contenta, váyase a otro banco. No se puede creer lo que está escuchando. Pero aún le quedan fuerzas para pedir que le enseñen el contrato: no es posible, está en Madrid… 

    Y la pobre mujer sale del banco humillada. Eso fue hace pocos días. Hoy ha recibido noticias BANESTO: otra tasa sin justificar de otros 30 €. Ya suman 90. Hay bancos (mejor dicho, banqueros y bancarios) que aún no se han enterado de que la causa de la gran crisis que padecemos ha sido la avaricia y la mentira, y siguen practicando sus vicios con pertinacia. 

    ¿Adónde nos quieren llevar? ¿Quieren instaurar un régimen de lobos y tiburones? ¿Qué hacemos con gente que miente como recurso profesional? ¿Si hacen eso a pequeña escala, qué harán sus jefes con los grandes números? ¿Quién puede confiar en un banco que roba de ese modo? 

    ¿Y quién vigila que los bancos no roben? ¿Hay todavía justicia? Lo vamos a comprobar en breve, porque si consentimos estas cosas en apariencia pequeñas y caseras, cada vez sucederán más tragedias mundiales.

Observador