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jueves, 23 de junio de 2022

El arte de ser amables

    Esta escena de la comedia romántica "Mejor imposible" (As good as it gets, 1997), protagonizada por Helen Hunt y Jack Nicholson, refleja con gracia el valor de una virtud que deberíamos poner en valor: la amabilidad. 

   Muchos de nuestros políticos y "comunicadores" desprecian la amabilidad. Con frecuencia en sus "diálogos" prefieren hacer alarde de descortesía, quizá porque piensan que con su insana estridencia se hacen notar más. Pero lo único que consiguen es envenenar la convivencia. 

    Las personas no estamos hechas para la agresión -ni siquiera verbal- ni para el desafecto, sino para la empatía y la amabilidad. Olvidarlo es abrir las puertas al infierno, que debe ser un estado de horrible incomprensión entre seres reconcentrados en su egoísmo. 

    Mirar a los ojos, sonreír, escuchar con paciencia, tratar de hacerse cargo de lo que siente, piensa y prefiere el otro, pronunciar con frecuencia su nombre durante la conversación... Son pequeños detalles con los que afirmamos al otro en su dignidad, y al hacerlo nos hacemos más dignos a nosotros mismos, porque damos con la llave natural de la propia felicidad: el amor al otro. 

    "Tú haces que quiera ser mejor persona." ¿Hay frase más amable que esta? ¿Por qué no intentamos que quienes se cruzan en nuestro camino la sientan? ¿Por qué no la expresamos con más frecuencia y agradecimiento a nuestros seres queridos? 


viernes, 8 de enero de 2021

Antropología

 




Fundamentos de antropología. Ed Eunsa. Ricardo Yepes y Javier Araguren

 

El profesor de filosofía de la Universidad de Navarra Ricardo Yepes Stork recogió en esta obra los mejores hallazgos de la antropología, esa ciencia que estudia qué es el hombre y el sentido de sus construcciones culturales a lo largo de la historia.

 

Se trata de un valioso conjunto de reflexiones acerca de quiénes somos, cómo nos manifestamos, qué es lo que nos mueve a actuar, qué relación tiene con la verdad y el bien. El significado de las emociones, su papel en nuestra conducta; los valores, cómo se construye el sentido ético, qué es la virtud y cómo se adquiere.  Por qué nos atraen la verdad, el bien y la belleza, en qué consiste la felicidad, qué sentido tiene el dolor, y el amor. Cuál es nuestro destino y por qué la respuesta a esa pregunta determina profundamente la calidad de nuestra vida moral. En qué consiste la realización personal plena…

 

Las respuestas a esas preguntas, que de un modo u otro toda persona se hace en algún momento de su vida, marcan nuestra trayectoria vital. Son preguntas necesarias, sobre las que no todos los pensadores reflexionan y responden con la claridad y acierto que vemos en este libro.

 

Yepes Stork falleció tempranamente en accidente de montaña, y el libro –ya casi terminado- fue completado por su colega y colaborador Javier Aranguren. Dejó escritos varios libros muy interesantes para padres y educadores, como el que lleva el significativo título de Entender el mundo de hoy.

 

Anoto algunas ideas que pueden servir de referencia para hacerse cargo del rico contenido de este libro, cuya lectura resulta  agradable y accesible. 


Ética es la educación de los sentimientos

Los sentimientos, aunque irracionales en su origen, son armonizables con la razón: la sofrosine, que significa moderación, es la virtud que los domina. Son buenos, porque refuerzan las tendencias, pero no deben tenerse como norma exclusiva de conducta.

Quien disfruta con lo que hace, y lo hace ver, se convierte en alguien atractivo, porque consigue que su vida tenga una unidad muy plena: lo que quiere mi corazón lo quiere mi cuerpo, mi cabeza, todo mi yo. En cambio, la indiferencia provoca la muerte de lo vivo. Meter pasión a las cosas es llenarlas de sentido.

¿Por qué a veces nos sentimos frustrados? El origen de las frustraciones es el engaño en el conocimiento de la realidad sobre uno mismo y sobre las personas que trata: no saber apreciar los propios límites, conocer sólo epidérmicamente a los otros y esperar por tanto de ellos mucho más o mucho menos de lo que pueden dar…

Tiene que haber una proporción entre los sentimientos (por ejemplo, esas valoraciones inmediatas que nos producen las personas) y la realidad. El sentimentalismo no es una postura prudente, porque el dominio sobre los sentimientos no está asegurado. No debemos subordinar los juicios a las impresiones. (Es muy interesante lo que aporta en este punto la obra de Daniel Goleman Inteligencia social, sobre los descubrimientos de la neurociencia en relación con los mecanismos de transmisión de los estados de ánimo y las falsas percepciones.)

La ética consiste en tener los sentimientos adecuados respecto de los objetos, con la intensidad y el modo adecuado, sin defecto ni exceso. Cobardía es miedo excesivo, que paraliza. Temeridad es no temer lo que se debe temer, inconsciencia. Valentía es el punto medio: temer lo que se debe, cuando se debe, con la intensidad que se debe. 

La ética es el modo de equilibrar las tendencias humanas para armonizarlas, conseguir el término medio (mediante la educación de los sentimientos, que eso es la ética) con el que los sentimientos entran en armonía con las tendencias, y las refuerzan haciendo que la conducta humana se vuelva hermosa, bella.


La persona y su intimidad

Son muy significativas las notas que nos definen como persona, y entre ellas el valor que otorga a la intimidad, determinante para la cultura, y dentro de ella para esa manifestación de cultura que es la moda.  

Yepes destaca seis notas características de la persona:

-intimidad: un mundo interior creciente y creativo;

-capacidad de manifestar la intimidad, de sacar fuerza del interior;

-libertad: la persona es dueña de su intimidad y de su capacidad de manifestarla;

-capacidad de dar de lo suyo: por ejemplo, al amar, que es el regalo esencial;

-capacidad de recibir, de aceptar en su intimidad lo que otros le dan;

-capacidad de dialogar con otra intimidad: una persona sola no puede ni manifestarse, ni dar, ni dialogar: se frustraría.


 Moda y cultura

La moda, como la propia cultura, es la manifestación en sociedad de la persona. La intimidad, esa nota peculiar que nos define como personas, se exterioriza y manifiesta a través del cuerpo, como también del lenguaje y de la acción. Manifestar o exteriorizar el cuerpo es manifestar lo íntimo, ese mundo interior del que somos dueños, y por eso la persona viste según las circunstancias, porque exteriorizarlo totalmente y en cualquier momento significaría desposeerse de un elemento esencial de su intimidad, que sólo comparte al amar. 




En la moda, especialmente el rostro manifiesta externamente a la persona. Al vestirme, me distingo de los otros, dejo claro que soy yo, me defiendo del anonimato. El estilo es un reflejo de la personalidad.

 

El sentido del trabajo universitario

Yepes, formado en un centro académico de honda raigambre como es la Universidad de Navarra, que busca profundizar en la colaboración interdisciplinar de todas las áreas del saber, reflexiona también sobre el sentido del trabajo universitario.

 

Universidad, dice, es una comunidad de diálogo entre maestros y discípulos. Se supone que a la universidad le corresponde la visión global de la ciencia, pero hoy ha perdido en muchos sitios su “humanismo”, que es precisamente ese saber unitario que permite la visión de conjunto de todos los valores y armonizarlos entre sí.


 Hábitos, virtudes y vicios

Persona es un ser capaz de tener, de decir “mío”. Puede tener a través del cuerpo o de la inteligencia, y si llega a ser una posesión más permanente y estable posee hábitos, tendencias adquiridas que refuerzan su conducta. 

Los hábitos pueden ser técnicos, intelectuales o del carácter. Parte de los hábitos del carácter se refieren al dominio de los sentimientos, y son positivos o negativos, según ayuden o no a esa armonía. La ética los estudia, y llama a los positivos virtudes y a los negativos vicios.

       Los hábitos se adquieren con la práctica, y modifican al sujeto que los adquiere haciéndole ser de un determinado modo. Hacer actos valientes es el modo de llegar a ser valiente, como hacer chapuzas o injusticias de llegar a ser chapucero o injusto.

Lo natural en el hombre es el desarrollo de sus capacidades, llegar a ser aquello a lo que desde el inicio de su existir está llamado. El hombre sólo es él mismo cuando va más allá de lo que es de hecho: el hombre supera infinitamente al hombre (Pascal),


Ética, libertad y escepticismo


Ética es el modo de usar el propio tiempo según el cual el hombre crece como un ser completo. Es el criterio de uso de la libertad, que debe elegir aquello que contribuya a los fines y tendencias naturales. La naturaleza humana se desarrolla y perfecciona mediante decisiones libres. El hombre o es ético o no es hombre.

Contar historias tiene una influencia mayor que los discursos teóricos: el cuento de una madre a sus hijos, una novela, una película… crean modelos de conducta narrando hazañas de héroes y santos.

El escepticismo nos hace daño porque nos deja en la indeterminación sobre la verdad o la mentira, y nos impide alcanzar la perfección. Contra lo que dice el escepticismo, es posible alcanzar la verdad, pero se requieren algunos pasos para estar en condiciones de aceptarla: 

       -conciencia de que no se sabe;

       -superar prejuicios (inducidos normalmente por otros);

-cultivar la atención, la observación atenta de la realidad;

       -saber escuchar;

-aceptar la verdad y encararla;

       -guardarla en la intimidad, de manera que genere convicción.

 

Libertad es la adecuada gestión de las ganas: unas veces habrá que seguirlas, y otras no. A veces las ganas nos incitan hacia lo que nos perjudica, y el acto de libertad no es seguirlas, sino refrenarlas. Como en ocasiones sentimos pocas ganas de intentar un bien arduo, y la libertad consiste en afrontar el bien a pesar del esfuerzo que supone.

Tolerancia. Libertad y autoridad son necesarias. El uso responsable de la libertad obliga a preocuparse de que la educación transmita valores morales, y no sólo contenidos neutros (lo que no sería una postura neutral).



Amor y felicidad

El amor no es un sentimiento. El sentimiento es algo que nos pasa, agradable si está, pero no necesario. Se ama porque se quiere: la voluntad quiere querer. Sentir no es querer.

Lo amado es bello para el amante, y despierta el deseo de reproducirlo en su belleza. El amor se manifiesta en gestos, obras, conductas: si no, hay que dudar de que sea amor, porque ya no engendra belleza. (Esto es aplicable a la fraternidad).

La felicidad va unida al nombre propio de uno y a los lazos que sabe crear desde la propia intimidad personal.

El amor dádiva, que se da, no es el "amor de necesidad", ese que sólo busca recibir: amar sin dar es empobrecerse.



 Arte de gobernar

El arte de gobierno requiere formación para lograr una excelencia cuádruple:

-técnica (destreza profesional en el acto de gobernar)

-humana (capacidad de amistad, iniciativa, saber exigir según la capacidad de cada uno)

-moral (se requiere virtud y ejercer con justicia)

-política (prudencia: estar dotado para la correcta toma de decisiones directivas)

Lo público no es lo estatal, lo público se articula mediante iniciativas de los ciudadanos entorno a cuestiones comunes: la salud de un país depende de la vitalidad de su opinión pública y de sus iniciativas privadas, y no de su estado omnipresente. 

La democracia es un ideal más exigente y maduro que otras formas de gobierno, porque el uso de la libertad requiere cierta excelencia moral, política y cultural.

La moral es lo que de divino hay en el hombre. La moral no es una cárcel, sino al contrario, lo que permite al hombre elevarse a lo más alto de su dignidad. Suprimir la moral en la sociedad es cortar sus raíces, dejarla sin el porqué del esfuerzo por construirla.

 

      

 

 

lunes, 28 de diciembre de 2020

Cuento de Navidad





La casa del páramo. Elisabeth Gaskell. Ed Alba

 

Amable cuento de Navidad, que transcurre en la Inglaterra del siglo XIX. Maggie es una adolescente que vive humildemente en una casita alejada del pueblo con su madre, viuda del vicario anglicano, y un hermano.

 

Maggie es admirablemente buena, sacrificada, generosa y humilde. Pero nadie se lo agradece, ni siquiera su madre, que tiene todas sus preferencias en Edward, el hermano.

 

Edward acabará siendo un aprendiz de abogado pretencioso y engañador, que de hecho estafa al señor Buxton, protector de la familia. 

 

Maggie ha de sufrir mucho por esa razón, poniendo en juego incluso un futuro prometedor con Frank, hijo del señor Buxton, perdidamente enamorado de Maggie.

 

Se lee con agrado. La autora logra un cuadro agradable, en el que resaltan los valores de la virtud y las sombras del vicio. Junto a relatos de ficción, Elisabeth Gaskell es autora también de la primera biografía de Charlotte Bronté


Elisabeth Gaskell (1810-1865)


Apunto algunas ideas sugerentes que rezuman del texto.


Descansar en el cumplimiento del deber

Los deberes atendidos son un placer para la memoria”: Nos evitamos muchos desasosiegos e inquietudes cuando hacemos lo que tenemos que hacer, en el plazo indicado.


Murmuración

Maggie no sabía lo extendida que está la costumbre de criticar a las personas que se ha visitado instantes antes.


El heroísmo de hacer el bien sin ruido

La señora Buxton hablaba a Maggie –que corría el peligro de vivir fuera de la realidad, debido a su costumbre de esperar algún acto heroico- de otros ideales femeninos: le hablaba de aquellos cuyos nombres jamás se enaltecen… y pasan la vida sin hacer ruido, con el corazón lleno de los más nobles propósitos, por los que renuncian al placer y a la comodidad…


Sentido del dolor

El dolor tiene una benéfica finalidad: “(Frank)…pensó en el dolor y en el mejor modo de sobrellevarlo. Decidió que Dios lo enviaba con algún sagrado propósito, persiguiendo un bien mayor; y que, si uno aceptaba Su voluntad, dejaría de resistirse encarnizadamente a él.

Y, dado que el dolor tiene tal finalidad benéfica, no deberíamos esquivarlo ni burlarlo, ni dejarlo a un lado ni buscar distracción en las cosas mundanas para impedir que lleve a cabo su función.


Belleza y contemplación

La belleza que transmite la contemplación de cosas bellas: detenerse a contemplar un rumoroso manantial dibuja en el rostro la belleza de su vista y su sonido:   

“Y ella pondrá el oído

En mil rincones secretos

Donde el arroyo danza su redondel travieso,

Y la belleza que nace del rumoroso arrullo

Se dibujará en su rostro.”


       Dificultades

En las dificultades que surgen ante una voluntad decidida “hay un designio sagrado”: Dios se vale de esas dificultades para enseñarnos lo que nos falta: sumisión, paciencia, fortaleza… lo que nos convenga a cada uno.

Los necios entran corriendo donde los ángeles temen aventurarse”: por muy buenos que seamos, y de voluntad decidida, la prudencia nos lleva a calibrar que no todo se resolverá fácilmente, que surgirán dificultades que deberemos superar. 


Dar confianza

¿Quién es capaz de obrar bien si el mundo ha perdido su fe en él?”: Las personas necesitan ver junto a ellas alguien que confía en su capacidad para el bien: nadie es tan malvado que no tenga derecho a esa confianza. Si ven confianza, pueden obrar mejor.

 

 

lunes, 10 de agosto de 2020

Inteligencia social

Inteligencia social. Daniel Goleman.



 

    Que somos sociables por naturaleza ya lo sabemos por la experiencia y el sentido común. A eso conclusión han llegado también los filósofos más razonables. Además, los cristianos lo vemos aún con más nitidez a la luz de la fe: Dios, que es Amor y es Trinidad, nos ha hecho a su imagen y nos quiere sociables.

 

    Somos seres espirituales dotados de un cuerpo maravilloso, cuyos mecanismos vamos descubriendo paulatinamente con más precisión gracias a los avances de la ciencia. Conocer y entender esos mecanismos es también una valiosa ayuda para quienes intentan ser mejores personas y aportar valor a la convivencia social.

 

    El psicólogo y divulgador científico Daniel Goleman, famoso por su anterior trabajo Inteligencia emocional, publicó en 2006 esta lograda exposición de los descubrimientos realizados por la neurociencia hasta el momento. Aporta interesantes claves en torno a los mecanismos del cerebro que actúan cuando las personas se relacionan, y por tanto determinan las habilidades sociales.



 

    Un desconocido que nos atiende con una sonrisa sincera provoca en nosotros una imprevista reacción de simpatía y optimismo. Su sonrisa ha entrado en resonancia con algo de nosotros, que nos mueve a devolver la sonrisa. Esa persona con su gesto amable, que predispone al entendimiento, demuestra inteligencia social.

 

    Y es que percepciones externas, sentimientos y reacciones corporales interaccionan y son orquestadas en una zona determinada de nuestro cerebro, en la que actúan mecanismos neuronales encargados de conectarnos con los demás.

 

    Cada vez que vemos un rostro humano, o escuchamos una voz, o sentimos un tacto humano, sucede algo en nosotros. Se trata de un verdadero contagio de sentimientos, más fuerte en las personas más sensibles, que se manifiesta en una tendencia espontánea a la imitación de actitudes y estados de ánimo.

 

    Durante una conversación entre dos personas se producen cambios fisiológicos simultáneos, perfectamente registrables en fotografías de los rostros, en variaciones del ritmo cardíaco o de la tensión arterial. El cuerpo de cada uno tiende a imitar los cambios que acontecen en el otro, contagiándose de los sentimientos de ira, pena o tristeza. Ese movimiento de imitación se produce en las llamadas neuronas espejo, que copian acciones, registran intenciones del otro, interpretan emociones, comprenden las implicaciones sociales de sus acciones.

 

    Si en lugar de una sonrisa recibimos un mal gesto (de ira, desprecio, mal humor o desgana) inevitablemente algo en nosotros actuará como un resorte y se desencadenarán en el organismo sensaciones y reacciones similares, salvo que hagamos un esfuerzo consciente, de lo que se ocupa otra parte de nuestro ser.

 

    Conocer ese mimetismo espontáneo nos permite estar prevenidos para controlar nuestras emociones y reacciones negativas, sin dejarnos arrastrar por el negativismo ajeno. Ese esfuerzo de control nos permitirá ser asertivos y animosos incluso cuando el ambiente social se haya enrarecido.

 

    Ese mimetismo es la razón por la que conviene mantener la distancia con personas o ambientes tóxicos, para evitar el contagio de su negatividad. Ese alejamiento es especialmente necesario en los equipos de trabajo. Fácilmente un estado de ánimo deprimido o pesimista interfiere en el ánimo de los demás, oscurece el debate y puede llevar a decisiones equivocadas.

 

    Esa es también una razón para escoger bien las “amistades” y a quién se sigue en las redes sociales. Son muchos los que han optado por alejarse de las redes, o no seguir a determinadas personas, antes de verse enredados en el lenguaje frentista o de odio que utilizan.

 

    El mimetismo espontáneo con las personas del entorno provoca repercusiones biológicas en nuestro organismo. Sentimientos y estados de ánimo ajenos (la expresión facial, un gesto o el tono de unas palabras) son “copiados” por las neuronas espejo, y transmitidos por el sistema nervioso de manera inconsciente al resto del organismo, también a la musculatura facial. 


    Reprimir esos reflejos exige esfuerzo, que también tiene repercusiones fisiológicas, como el aumento de la presión arterial. Hay que saber “contar hasta tres” antes de dejarse arrastrar por un tono agrio o airado o polémico.



 

Neuronas espejo y aprendizaje infantil

 

Ese contagio emocional provocado por las neuronas espejo es la base del aprendizaje infantil. Aun en el seno materno, el niño reacciona al ritmo de los sonidos o gestos que le llegan del exterior. Una emocionante experiencia de las madres gestantes es percibir el baile alegre o relajado del niño en su seno, cuando escucha una música agradable o tranquila.

 

    Los niños aprenden lo que está bien o mal en el rostro de sus padres, antes que en sus palabras. Contemplar el rostro feliz de sus padres desencadena en el niño unas emociones interiores que le confirman en que lo hecho estaba bien, y surge en sus músculos irrisorios un gesto alegre que imita la sonrisa de satisfacción de sus padres.

 

    Saber esbozar una sonrisa, aun cuando no hay motivo importante aparente, acaba evocando sentimientos positivos en quienes nos rodean. Los niños son los más agradecidos a esas sonrisas.



 

    Somos sociables, estamos hechos para convivir. La sociabilidad es una virtud, un hábito, que se puede entrenar ejercitando las llamadas virtudes de convivencia. Requieren esfuerzo, pero eso va incluído en el concepto de virtud, que es una fuerza ejercitada y lista para el bien.

 

    En realidad somos algo más que sociables: somos familia. Lo dice la genética, y lo confirma la fe: Dios nos quiere familia, Su Familia. Y se mantiene en ese propósito, a pesar de las rebeldías con que nuestro egoísmo rampante se empeña en aislarnos de Él y de los demás.

 

    La Encarnación de Jesucristo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es la mayor muestra de hasta qué punto Dios es sociable. Poner la mirada en el rostro de la Humanidad Santísima de Jesús, perfecto Dios y perfecto hombre, que ha venido precisamente para que le imitemos, para que pongamos la mirada en su rostro, en sus emociones  y sentimientos, en su modo de relacionarse movido por el Amor. 


    Mirarle es el reto verdaderamente importante al que podemos someter a nuestras neuronas espejo. Es lo que han hecho los santos. Quien trata seriamente de mimetizarse con Él (no con falsos espejismos) extiende olas de paz, serenidad y alegría en el mundo. Olas de Amor, que es la mayor prueba de inteligencia social.


Cristo vivo de Torreciudad

 

    El libro de Goleman , lógicamente, se queda en lo que aprendemos de la psicología y la neurociencia, que no es poco. Y aporta conclusiones muy valiosas para la conducta personal y los ámbitos laborales y sociales. Pero es agradable comprobar lo fácil que es dar un paso más, el definitivo, hacia los verdaderos bienes, tan inseparablemente unidos a los bienes de aquí.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Liderazgo amable


El liderazgo amable. Tertulia con Patricia Ramírez



Recientemente hemos tenido un nuevo encuentro de periodistas y comunicadores en la sede de la oficina de comunicación del Opus Dei en Valencia. Esta vez la invitada era la conocida psicóloga Patricia Ramírez, especializada en medicina deportiva y una gran divulgadora de la psicología cotidiana, que es la ciencia que entrena para el gran deporte de la vida.

“Estamos hechos biológicamente para cuidar de los demás, para ser amables. Hay que declarar la guerra al individualismo, porque se vuelve contra uno mismo. Y ese individualismo nos lo inoculan desde la infancia en el sistema educativo.”

Para tan contundente afirmación Patricia aporta años de investigación clínica, en miles de pacientes. Y su experiencia como psicóloga de equipos deportivos, como el Betis. Lo que determina la calidad de un equipo es justo eso: que hay equipo, en el que reina el espíritu de colaboración y la expresa renuncia a egos y vedetismos particulares.


                         


El secreto es pensar en los demás. “Si aprendemos a poner el foco en los demás no sólo seremos más felices, sino que además mantendremos unida a la familia, o al equipo, o a todo un pueblo. El individualismo nos aísla, y en cambio el hábito de pensar en los demás cohesiona al conjunto social.”

Patricia, que colabora en numerosos programas de radio y televisión, acaba de embarcarse –con Perico Herraiz, de la ONG Cooperación Internacional- en un nuevo proyecto para conocer y difundir las claves de ese silencioso liderazgo que  la gente buena ejerce a su alrededor: El liderazgo silencioso de la gente de bien.  

                                 

“Hay personas que, sin imponerse, te hacer sentir que están ahí para que seas mejor persona, que ponen al servicio de los demás su capacidad de liderar, sin buscar a toda costa el provecho propio.”

El respeto que despierta ese líder se debe a todo un conjunto de valores. El primero, que su conducta es ejemplar, y por eso atractiva. Su sincero desinterés inspira confianza. El líder respeta a cada persona.  Conoce a cada uno de los que dependen de él, y por eso sabe adaptarse al modo de ser de cada cual. No es autoritario, no grita. Da argumentos, y los comunica de manera amable, sin humillar, y menos en público. No pierde los nervios ante los errores. Sabe convivir con las deficiencias propias y ajenas. No se considera imprescindible, delega, ofrece con sencillez todo sus conocimientos. Y exige, marca objetivos desafiantes transmitiendo confianza en que puedes alcanzarlos.

                           


Patricia es conocida por su afición a los pósits, que le permiten condensar en frases breves, como en un ejercicio de meditación, ideas prácticas para la mejora personal. Más de cien mil seguidores en Instagram y Twitter avalan la calidad de esas píldoras diarias que ayudan a pensar en lo correcto.

Las redes te dan visibilidad, pero no te dan de comer”. Instagram es su favorita, porque es más amable que twitter. “Los seguidores llegan cuando compartes cosas que realmente pueden servir a los demás.” Y es muy grato lograr generar una comunidad de seguidores amable y amigable, en la que se escucha aunque se disienta. Ahí tenemos un reto: hay que lograr que las redes sirvan para generar amistad social. Los que lanzan odios o insultan hacen daño a la convivencia, son tóxicos, mejor ignorarlos.




Esa visibilidad provoca que su gabinete de consulta psicológica no de abasto. Acuden a Patri equipos deportivos, atletas afamados,  personas deprimidas a consecuencia de una jubilación anticipada (“no nos damos cuenta de las profundas heridas que está causando ese “véte, ya no nos sirves”). Patri ayuda a superar los retos de la vida, a desarrollar capacidades que a menudo nos pasan ocultas, a desterrar hábitos nocivos o adquirir costumbres sanas que cuidan y potencian las neuronas de nuestro cerebro.

                             



Entre los consejos que suele recomendar está la meditación, porque vivimos en una época alocada y los seres humanos estamos dotados de inteligencia y cerebro para que podamos reflexionar, lo que en cristiano se llama también oración personal, que es muy sana.  Y por supuesto también el deporte al aire libre, la calidad del sueño, fomentar la curiosidad y el diálogo con personas distintas, salir de cómodos encierros en busca de la amistad y la solidaridad…

Cosas tan sencillas como hacer los cálculos de la compra de memoria, aprender cada día alguna palabra nueva de algún idioma, o usar la mano contraria a la habitual (para comer, abrocharse un botón, abrir una puerta…) dinamizan la actividad cerebral, nos mantienen ágiles y alejan el peligro de enfermedades como el Alzeimer.

                             

Es vital el deseo de seguir aprendiendo toda la vida, de seguir trabajando, con una actitud positiva ante el futuro que nos condiciona más que la edad. Hay jóvenes en edad que son ancianos por dentro, y transmiten desánimo y tristeza. Y personas de ochenta y noventa años con espíritu joven por su actitud positiva ante la vida, con las que convivir es una experiencia alegre y encantadora. Como lo fue esta deliciosa tertulia periodística con Patricia @patri_psicologa



martes, 25 de septiembre de 2018

Memorias de Vernon Walters



Misiones discretas. Vernon A. Walters. Ed. Planeta




Vernon A. Walters es un ejemplo de cómo el dominio de los idiomas abre puertas en la vida. Sin estudios universitarios, pero con una buena educación adquirida en un colegio católico, su niñez transcurrió entre Estados Unidos, Inglaterra  y Francia, acompañando a sus padres, por lo que desde muy temprano hablaba con fluidez varias lenguas. Llegó a dominar ocho idiomas.

Recién alistado en el ejército, su habilidad como traductor le valió ser llamado al servicio del Estado Mayor del general Clark, que comandaba el desembarco aliado en el norte de África. La cercanía a mandos militares fue para él una escuela de las virtudes del mando y el sentido de la disciplina, imprescindibles en la vida militar, pero necesarios también en la sociedad civil. Hoy son cualidades que relacionamos sobre todo con el liderazgo empresarial.

Vernon Walters comenzó la guerra como traductor de prisioneros y enlace entre fuerzas aliadas, y llegó a ser intérprete de cinco presidentes de los Estados Unidos. Asistió en primera fila a los hechos más sobresalientes de la guerra fría, a veces como protagonista.  Alcanzó el grado de teniente general, y fue subdirector de la CIA y embajador de su país en Alemania.





Cuando ya mayor le preguntaban por qué seguía en activo, daba esta razón: “Tengo la íntima convicción de que mi país es la única garantía que tiene la libertad para perdurar en el mundo.”  Era consciente de la dura lucha que se estaba desarrollando entre diferentes conceptos de la vida y de la dignidad humana, y que el objetivo era cambiar la mentalidad de la sociedad occidental para que abandonara los valores cristianos. "No podemos perder esta lucha por culpa de nuestra inacción o por un excesivo sentido de culpabilidad nacido de nuestras deficiencias."

Es significativa su referencia al encuentro que mantuvieron el almirante Carrero Blanco y el presidente Nixon: "Carrero Blanco dijo a Nixon que los comunistas procuraban debilitar la voluntad y decisión de defensa de Occidente, utilizando a este fin las libertades democráticas. El Che Guevara había dicho con toda claridad: "Hay que dar mala conciencia a los burgueses." Los comunistas seguían un plan deliberado de socavar todos los valores del mundo cristiano, cubriéndolos de ridículo, antes que atacarlos directamente. Con la explotación de los estupefacientes y de la pornografía, reforzaban su ataque a la sociedad burguesa."

 El libro es ameno y aleccionador. He subrayado algunas ideas relacionadas con el liderazgo que Walters parece querer subrayar,  fruto de experiencias –no siempre positivas- vividas en primera persona.

1)   La primera es evidente: los idiomas abren puertas, profesional y humanamente. Sin idiomas su vida hubiera sido muy distinta, y casi con seguridad más alicorta.

2)   Dar cuenta una vez cumplida la misión. Siendo ayudante del general Clark, éste le encargó que hiciera llegar una carta de un niño a un guerrillero aliado. Después de muchas gestiones, consiguió entregarla a un equipo que iba a lanzar víveres en paracaídas a los guerrilleros, y le aseguraron que incluirían la carta. Y se quedó ya tranquilo con esa promesa. Al cabo de un tiempo, el general le preguntó si ya se había entregado aquella carta, y como no pudo asegurarlo (“Dije que se hiciera”, le contestó) el general dijo: “O sea, no lo sabe. Cuando le digo que quiero que se haga algo, encárguese de que se haga. Compruebe que se ha hecho. Y cuando esté convencido de que realmente se ha hecho, vuelva a comprobar, para ver si se ha hecho bien, y a continuación, me comunica que se ha hecho.”

3)   Estar con los subordinados en los momentos duros, sin justificar la ausencia por el grado.

4)   En los momentos difíciles es una falta de dotes de mando no dirigir unas palabras de ánimo a los subordinados deseando buena suerte, y limitarse a presenciar en silencio su partida hacia el trance.

5)   No decir nunca que no al superior, aunque ampare cierto derecho y lo pida por favor.

6)   No pedir medios al superior para alcanzar el objetivo que manda: hacer uso de la iniciativa e ingeniarse los medios.

7)   Es una mezquindad no facilitar trámites de alojamiento o transporte al viajero que está de paso.

8) Walters resalta la importancia de la virtud humana de la valentía. Para los tormentosos años que esperan a nuestro país -escribe- "necesitaremos sobre todo valor; no sólo valor físico, sino verdadero valor. El verdadero valor navega contracorriente. Comienza en el momento en que todos los demás han claudicado o han dejado de luchar. Jamás consiste en dejarse arrastrar por la corriente de lo que hacen los demás. El verdadero valor es, a menudo, solitario. Rezo para que en nuestra singladura nos acompañe la Fe que ilumina el camino, ya que oscura es la senda de la nación que avanza sin Fe; el Entusiasmo que nos ha hecho grandes y que será causa de que seamos la fuerza del bien en el mundo; y por fin, el Valor, que es la más grande de las virtudes humanas, por cuanto garantiza las otras."